Interior de la Capilla, ábside y nave principal
Virgen Niña
El Padre José María Bustamante comentó un día a las hermanas que había tenido un
sueño en el que vio una pequeña nave que surcaba gallardamente el mar a pesar de la
violencia de las olas. La conmoción que le produjo este suceso, lo llevó a interpretar su
significado: la criatura que gobernaba el timón con firmeza era la Santa Virgen Niña y la
nave que dócilmente obedecía su dirección, era el Instituto de las Adoratrices.
La devoción a la Virgen Niña, iniciada en la Casa de Buenos Aires, se extendió rápidamente
al resto de las residencias de la Congregación.
La Virgen Niña ¿Alguna vez te preguntaste qué representa la Virgen Niña?
La Virgen Niña representa a María en su infancia, símbolo de ternura, pureza y esperanza.
Su imagen nos recuerda la sencillez y la confianza con la que los niños viven su fe.
Por eso, es un obsequio especial en bautismos, primeras comuniones, confirmaciones y
cumpleaños, así como en momentos en los que buscamos fortalecer la fe y la protección de
quienes más queremos.
Muchas de sus representaciones la muestran con flores, una cruz o en actitud de oración,
expresando la dulzura y la gracia de su infancia. La medalla de la Virgen Niña, en particular,
se asocia con la protección de los niños y la familia, convirtiéndose en un símbolo de amor y
bendición.
Virgen de la Merced
El Colegio San José de las Hermanas Adoratrices, es custodio de una de las reliquias más
preciadas de la historia santafesina, la imagen de Ntra. Sra. de la Merced, que data del siglo
XVII y que hoy preside la nave lateral de la capilla. La imagen lleva consigo un recamado
vestido de tisú de oro y plata, lleva corona, grillos y cetro de plata colonial realizados a
mano.
Su primer dueño fue el vecino cabildante de nuestra ciudad Don José de Lacoizqueta quien
la había heredado de sus antepasados españoles. Durante el siglo XVIII, en repetidas
oportunidades el cabildo de Santa Fe la proclama patrona de la ciudad, por los portentos
realizados en épocas de invasión de langostas que asolaba las cosechas en el campo. Pero
también durante la década del sesenta del siglo pasado, fue sacada en procesión hasta el
puente Colgante para que las aguas bajaran en la inundación de 1966.
Trás la muerte de su primer dueño, la imagen de la Virgen pasó a manos de las hermanas
Gregoria y Luisa Maciel, quienes deciden ingresar a la Congregación de las Hermanas
Adoratrices. La Virgen de la Merced acompañó al colegio desde sus inicios sobre calle San
Martín hasta llegar a nuestra capilla actual.
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La historia de la virgen tiene un origen muy singular unido a la orden de los Mercedarios.
Cada 24 de septiembre se celebra a la Virgen de la Merced que significa “misericordia”,
advocación que se remonta al siglo XIII cuando la Virgen se le aparece a San Pedro
Nolasco y lo anima a seguir liberando a los cristianos esclavos. En esa época los moros
saqueaban las costas y llevaban a los cristianos como esclavos a África. En esa horrenda
condición, muchos perdían la fe al pensar que Dios los había abandonado.
Pedro Nolasco, al ver esta situación, vendió hasta su propio patrimonio para liberar a los
cautivos. De igual modo, formó un grupo para organizar expediciones y negociar
redenciones. Cuando se les acabó el dinero, entonces pidieron limosnas. Sin embargo, las
ayudas también se terminaron.
Es aquí que Nolasco pide a Dios que le ayude. En respuesta, la Virgen se le aparece y le
solicita que funde una congregación para redimir cautivos.
Nolasco le preguntó: “¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién
podrá creer que tú me mandas?” y María respondió diciendo: “No dudes en nada, porque es
voluntad de Dios que se funde una orden de ese tipo en honor mío; será una orden cuyos
hermanos y profesos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y
redención de muchos en Israel es decir, entre los cristianos y serán signo de contradicción
para muchos”.
Ante este deseo, se fundó la orden de los Mercedarios el 10 de agosto de 1218 en
Barcelona, España, y San Pedro Nolasco fue nombrado por el Papa Gregorio IX como
Superior General.
Los integrantes, aparte de los votos de pobreza, castidad y obediencia, hacían un cuarto
voto en el que se comprometían a dedicar su vida a liberar esclavos y que se quedarían en
lugar de un cautivo que estuviese en peligro de perder la fe, cuando el dinero no alcanzará
para lograr su liberación. Más adelante, en el año 1696, el Papa Inocencio XII fijó el 24 de
septiembre como la Fiesta de la Virgen de la Merced en toda la Iglesia. Cuando los frailes
mercedarios llegan a América, llevan también la devoción a la Virgen de la Merced. La cual
se propagó en República Dominicana, Perú, Ecuador, Argentina y muchos otros países,
donde es conocida y amada.


